El impresionismo pictórico trató de ver de otro modo la realidad y el paisaje, dejándose seducir por la luz y por el color más que por la forma. El impresionismo musical buscó un nuevo lenguaje con predominio del timbre y la belleza del sonido, insistiendo en los aspectos sensoriales de la música.
El movimiento impresionista
El impresionismo es un movimiento pictórico-musical que surgió en Francia en el último tercio del siglo XIX. En la pintura se dio importancia al color y a la luz, tratando de reflejar las impresiones más que la realidad. El impresionismo pictórico se caracteriza por el uso de pinceladas sueltas, golpes de pincel, ausencia de formas y la utilización de masas de color sin mezclar, colocadas unas junto a otras, que luego la retina del espectador las une y fusiona. Los pintores impresionistas se interesaron por la representación de la naturaleza, reflejando los cambios que la luz origina en el paisaje a lo largo del día.
En música, se pretendió gozar del sonido por sí mismo, lo que supuso una ruptura con las tendencias artísticas existentes. El impresionismo musical nació hacia el año 1882 bajo la influencia de los poetas simbolistas, como Verlaine, Rimbaud y Mallarmé, y de los pintores impresionistas.
En música, se pretendió gozar del sonido por sí mismo, lo que supuso una ruptura con las tendencias artísticas existentes. El impresionismo musical nació hacia el año 1882 bajo la influencia de los poetas simbolistas, como Verlaine, Rimbaud y Mallarmé, y de los pintores impresionistas.
Características del impresionismo musical
Las principales características del impresionismo musical son:
- Fuentes de inspiración objetivas, con la mirada puesta en la naturaleza.
- Desaparición de la melodía lineal para dar paso a masas sonoras de acordes unas junto a otras sin aparente coherencia, pero de gran efecto auditivo.
- Ruptura con la armonía tradicional y las reglas clásicas, y creación de nuevos acordes relacionados por bloques.
- Colorido orquestal brillante y sensible con aplicación de armonías y escalas nuevas.
- Formas en principio vagas e imprecisas, pero que presentan un fondo estructural muy trabajado.
- Creación en las obras de una atmósfera sonora basada en «impresiones» auditivas.
- Búsqueda del placer en el sonido como fin último de la obra musical.
- Predilección por los títulos poéticos.
Los grandes músicos impresionistas
Claude Debussy (1862-1918) fue el primero y, en cierta medida, el único representante puro del impresionismo musical. Mostró un rechazo hacia la ortodoxia musical del momento y hacia las reglas clásicas compositivas. Para él, los acordes son sonoridades que valen por sí mismas. Debussy usó, escapando de la tonalidad clásica, escalas orientales y modos medievales, atmósferas indefinidas, ritmos imprecisos e irregulares y un peculiar colorido orquestal. Su amistad con el poeta simbolista Mallarmé le llevó a escribir Preludio a la siesta de un fauno sobre textos del poeta. En 1893 compuso Cuarteto de cuerda, en el que ya se apreciaba un cambio estilístico. Su primera obra impresionista fue la ópera Pelléas et Mélisande, compuesta en 1902 sobre textos del poeta belga Maeterlinck, en la que la música y la palabra evocan imágenes vagas e imprecisas.
Con Debussy se puede hablar de un «pianismo» auténticamente nuevo, pues con Liszt habían terminado los años esplendorosos del piano. Debussy dedicó a este instrumento gran parte de su producción, como Preludios, Imágenes, Estampas y Estudios. Otras composiciones suyas dignas de mención son el oratorio El martirio de San Sebastián y las obras orquestales El mar y Nocturnos.
Maurice Ravel (1875-1937), influido en un principio por Debussy y Satie, supo imprimir un sello personal de gran elegancia a su obra. Su estilo denota huellas del Clasicismo, del Barroco, de la música oriental y del jazz. Ravel fue un gran instrumentista y conocedor de la orquesta. Su primera etapa estuvo caracterizada por obras pianísticas de técnica similar a la de Debussy, como Mi madre la oca, Espejos, Gaspar de noche y Valses nobles y sentimentales. Por influencia de su madre, vasca, compuso obras como la ópera bufa La hora española, la Rapsodia española y la Alborada del gracioso. En el célebre Bolero se suceden dos temas vascos repetidos diecinueve veces, sin variaciones, pero cada vez con una instrumentación diferente. Otras obras suyas importantes son el ballet Dafnis y Cloe, Pavana para una infanta difunta y la clasicista La tumba de Couperin.
Otros músicos
Otros músicos relacionados con el impresionismo musical fueron Fauré, Dukas, D'Indy y Satie.
Gabriel Fauré (1845-1924) es considerado como precursor del impresionismo, pero al mismo tiempo se mantuvo ligado a la tradición romántica. En su obra destacan la música de cámara, las canciones del ciclo de La bonne chanson, el Réquiem para voces solistas, coro y orquesta, y la ópera Peleas y Melisanda.
Paul Dukas (1865-1935) es universalmente famoso por su poema sinfónico El aprendiz de brujo. Entre sus restantes obras figuran la ópera Ariana y Barba Azul y el ballet La Péri.
Vincent d'Indy (1851-1931) fue discípulo de Cesar Franck y profesor de un buen número de músicos españoles. Compuso óperas como El canto de la campana y El extranjero; sinfonías como Sinfonía sobre un canto montañés de Francia; obras para piano, como Cuadros de viaje, corales y música de cámara.
Erik Satie (1866-1925) creó un lenguaje musical propio y de gran simplicidad, en estrecha relación con el dadaísmo y el surrealismo. A él se deben el ballet Parade, numerosas composiciones para piano, como Tres gimnopedias, y el drama sinfónico Sócrates.